martes, 12 de enero de 2016


 

      EDUCAR HOY: UN RETO PARA LOS PADRES

                                                                                  

                                                                                         Andrés Juan Martínez

 
 
Aunque educar a los hijos no sea tarea fácil, es a los padres a quienes corresponde esta insoslayable responsabilidad. Los  centros de enseñanza y otras instituciones podrán contribuir a esta misión, pero no todo es delegable. Las instituciones podrán auxiliar  a los padres en la formación intelectual, cultural, física, ética, estética, moral y religiosa de los hijos. Los centros de enseñanza, serán fundamentales a la hora de proporcionar a nuestros hijos una “instructio” de calidad,  pero nunca podrán sustituir a los padres en la “educatio”.  La familia es la primera educadora. En ella nuestros hijos van aprendiendo determinados comportamientos e interiorizando actitudes y valores que  se proyectarán a lo largo de la vida. Son los padres quienes tienen el derecho y la obligación de ser paradigmas y guías de sus hijos. Los padres son los ducadores natos. Es en la familia donde de siembra la semilla del ser persona y se aprende:    
 
-          Que hay que ser sinceros,  respetuosos y considerados con los demás.

-          Que no se puede discriminar  a nadie.

-          Que las mujeres y los hombres tenemos los mismos derechos.

-          Que  no hay que ser violentos.

-          Que hay que ser honrados.

-          Que no hay que hacer trampas.

-          Que  hay que ayudar y colaborar.

-          Que hay que participar y no hacerse el desentendido.

-          Que   hay que trabajar y no ser un vago.

-          Que hay que ayudar en la casa y echar una mano a los padres.

-          Que  las cosas hay que hacerlas bien, no de cualquier manera para pasar.

-          Que hay que ser responsables.

-          Que  hay que  esforzarse en el estudio.

-          Que  no todo ha de ser divertirse y hacer lo que a uno le plazca. 

-          Que  el esfuerzo y el sacrificio son valores positivos.

-          Que hay que   respetar el entorno y cuidar el  medio ambiente.

-          Que en la jerarquía de valores  no todo vale igual y que los  valores morales, éticos, estéticos, intelectuales y sociales, están por encima de los valores económicos.

-          Que hay que ser persona.

 

 Algunas pautas educativas para los niños de 2,5 - 3 y 4 años

Estamos ante un estadio  preoperacional - preconceptual. La función simbólica se manifiesta en el lenguaje y en el juego. Es una etapa de “oposición”. Ahora tu hijo se va a ir reconociendo así mismo y  va a tomar conciencia de su “identidad”. Es ”egocéntrico”, rebelde y caprichoso. A los 3 años ya hablará lo suficiente como para  volverte loco con sus  “por qué”.  Si  la cigüeña le trae  un hermanito, las celotipias  estarán  a flor de piel y responderá con  regresiones. Por todo ello,  ármate de paciencia.

-          No pretendas que tu hijo haga las cosas y se comporte conforme a criterios de un adulto. No entiende de perfecciones, de lo que está bien o está  mal, ni de lo que socialmente es correcto o incorrecto. Lo irá aprendiendo poco a poco.

-          No le digas “no” a todo ni le prohíbas todo (no corras, no grites, no llores, estate quieto,  no juegues con eso, no te manches, deja en paz al perro, no hagas eso etc.).

-          Déjalo vivir. No lo atosigues. No le exijas más de lo que es razonable para su edad.

-          Piensa que está en una etapa “egocéntrica” y que tendrá comportamientos, poco admisibles, pero que van encaminados a la conquistar de su  autonomía.

-          No te extrañes ante ciertas conductas  poco o nada edificantes. No te alteres. Mantén la calma. Es frecuente que reaccionen haciéndose el sordo, contestando, pegando, pellizcando, rompiendo los juguetes, no escuchando, cogiendo berrinches descomunales, pataleando, gritando, haciéndose el insoportable, diciendo “no quiero”, “no me gusta” etc.  Si el niño observa que te afectan los berrinches… y que ello te hacen perder los nervios, volverá a repetir estas conductas  para que le prestes atención.

-          No cedas ante las “pataletas”. Deja que llore, le hará bien.

-          Si entiendes que el niño “se pasa” y que  has de poner límites, hazlo con firmeza. Utiliza la voz y la mirada. No amenaces con castigos irrealizables.

-          No trates de quemar etapas. No seas un muro de contención en el proceso madurativo.

-          Encuentra equilibrio entre ser un guía flexible  y  un padre que no tolera lo que es intolerable.

-          Considera que en la afirmación de su autonomía van a aflorar estas conductas no deseables. Se paciente

-          Si te ves obligado a castigar, hazlo pero ten en cuenta que los castigos han de ser “educativos”, razonables, oportunos, ejemplares y proporcionados a la edad. Explica el porqué de los castigos de manera que tu hijo lo entienda.

-          Y…paciencia. Mucha paciencia. 

 

      En la edad escolar de 6  a 11 años

Entre los 7 y 11 años tu hijo adquiere un  pensamiento lógico concreto y va a ser capaz de  utilizar razonamientos ligados a lo real. Sé razonable, prudente y coherente en tus decisiones. Tu hijo necesita de un guía cariñoso, a quien se puede recurrir y en quien puede confiar. Sé flexible pero a la vez y firme cuando la situación lo requiera. No te dejes doblegar.
 

-          Mantén   el equilibrio entre permisividad y autoridad.  Lo  que permite el  padre no lo prohíba la madre y viceversa.  Tened  ambos el  mismo  criterio en cuanto a exigencias,  alabanzas y  reproches.  La autoridad ha de ser proporcionada  en función de la edad, el temperamento y el carácter de tu hijo.  No expongas tu autoridad si no es necesario. No lo exasperes con tus exigencias.

 
-          No dejes que tu hijo te conteste de mala forma, que  haga gestos de “pasar”  del asunto.  Nunca permitas que  se te suba a las barbas y menos aún que llegue a insultarte. Si lo hace es  culpa tuya. La  excesiva permisividad y  la cómoda actitud liberal del “laisser faire, laisser paser”  se pagan.

 
-          No  lo sobreprotejas. No le hagas los deberes. Ayúdale pero deja que encuentre las soluciones  por sí  mismo. Enséñale a pensar. No te alarmes ante los fracasos escolares. Déjale correr algún riesgo. Es bueno que vaya aprendiendo  por ensayo, por  experimentación, por  acierto y  error.  Los éxitos son buenos pero  el saber  encajar los fracasos es más importante para la vida.

 
-          Escucha a tu hijo.  Déjalo hablar. Deja que te cuente sus cosas. Atiende a lo que te dice. Respeta su  personalidad aunque sea diferente de lo que tu esperabas. No todos son iguales ni tienen por qué serlo. No le recuerdes constantemente sus fracasos. Sé paciente. Alaba las cosas que hace bien. Reconoce sus pequeños éxitos, quedará  reforzado positivamente.

 
-          No le des todo lo que te pide. Que aprenda  a no tener.  Que se olvide  del  tengo derecho". Si pone mala cara, ya la pondrá buena. No te ablandes. No lo destruyas  consintiéndole todo.  Piensa que es por su bien.

 
-          Haz que tu hijo  entienda  e interiorice  que tiene la obligación de prepararse.  Que   para ello tiene que  estudiar.  Que el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio  son  valores positivos. Que el trabajo es un deber. Que también debe divertirse  para lo cual ha de organizar su  tiempo  y  conjugar  el trabajo con la diversión.  Procura que tengan una habitación o lugar adecuado y agradable para estudiar, jugar etc.

 
-          Dale pautas para que  organice su tiempo de forma equilibrada entre el estudio y otras actividades (ayudar a los padres, ayudar y orientar en los deberes a un hermano menor, hacer deporte,  salir con los amigos, jugar, tiempo para los “hobbies”,..)  pero no se lo organices tú. Que lo haga él  para que lo asuma voluntariamente y  así vaya adquiriendo hábitos de  autodisciplina, autocontrol y responsabilidad.

 
-          Date a respetar.  Eres su padre no un “colega”.   No has de  pretender ser amigo de tu hijo. Bien está que exista confianza mutua pero ello no significa que vayas a ser  un amigo más.  Como padre tienes la responsabilidad de cuidar y proteger a tu hijo y para ello tendrás que imponerte en muchas ocasiones. No tienes por qué buscar la aprobación de tu hijo en relación a lo que haces. No estáis en el mismo plano. Tu hijo ha de admirarte, no pasarte la mano por el hombre y decirte  “¡hola colega!”    

 
-          Date a obedecer. No puedes dejar que el hogar  se convierta en  la casa de “tócame Roque”. En la familia hay unas reglas que hay que cumplir.  Tu hijo deberá participar en  determinar dichas reglas y asumir las consecuencias en el supuesto de transgredirlas.  Que se percate de que en la casa también hay otros y que no debe acaparar siempre en primer lugar. Hazle entender que  no es el ombligo del mundo y que no puede hacer lo que le dé la real gana, como le dé la gana y  cuando se le antoje.

 
-          No compares a tu hijo con sus hermanos, ni para bien ni para mal. Cada uno es como es y no tienen por qué ser iguales. Si su  hermano es más sobresaliente,  reconoce también sus éxitos pues lo ayudarán a superarse. No lo hundas haciendo comparaciones odiosas.

 
-          Que tu  hijo experimente  lo que es el trabajo. Es muy educativo que  aprenda  y ayude  a los padres y realice algunas tareas, gustosamente,   de tipo manual tales como:  arreglar un enchufe,  desarmar y armar algún aparato, arreglar un pinchazo, pintar una pared,  lijar una puerta, limpiar los cristales, barrer, pasar la aspiradora, recoger la mesa, fregar los platos, hacer recados, etc.  Que vea  el  trabajo de los padres  y que se dé  cuenta del esfuerzo y  sacrificio que estáis haciendo por él.

 
-          Enséñale a  racionalizar el tiempo de la TV. Qué él mismo lo organice. Indícale  los programas asequibles. Instala un filtro, no todo es adecuado. Haz que vaya aprendiendo a tener una a actitud crítica. Que aprenda a discernir.

 
-         Enséñale que en la calle y en la escuela,  ha de ser un buen compañero para todos, sin discriminar a nadie.  Que ha de jugar con todos.  Que no  debe hacer a los compañeros lo que no quiere que le hagan a él.  Que ha de participar y mediar  en la  resolución  pacífica de los conflictos. 

 
-         Adviértele  que no debe ser  el odioso  “marisabidillo”.  Si obtiene  buenas notas en el colegio, que no las airee.   Los “talentosos” exhibicionistas  apestan.  Si tu hijo  tiene altas capacidades  o es superdotado, mejor que mejor.  Pero que él no se tenga por tal.  No presumas delante del chico  de sus excelencias.   

 
-         Proporciona a tu hijo una comida saludable. Que aprenda a comer de todo. Que tenga horario para comer y que evite las  golosinas a deshora.

 
-         Quiérelo mucho, demuéstraselo una y mil veces.  Si has de castigar, no llegues al castigo físico. Es muy humillante. Tampoco  pierdas el control gritándole, es contraproducente y no sirve de nada. Convéncele con explicaciones, razonando los “por qué” de su conducta incorrecta. Convéncele con el ejemplo. No pegues a tu hijo. Has de inventar otras fórmulas.

 

En la adolescencia

            A los 11-15 años aparecen cambios anatómicos y fisiológicos (pubertad:, niñas antes) debidos a las hormonas sexuales (testosterona, progesterona y estrógeno), y se producen adquisiciones nivel afectivo y social. Todo ello conlleva sustanciales cambios en las conductas,  comportamientos y actitudes y aparecen nuevas necesidades.

Características:

-          Pensamiento lógico formal, reversibilidad operatoria muy potenciada, capacidad de abstracción, combinatoria,  formular hipótesis,  juicio crítico, reflexión sobre sí mismo.

-          Aparecen nuevos intereses  y es capaz de comprometerse con ideales. 

-          Mayor curiosidad por lo que le rodea.

-          Nuevas inquietudes intelectuales y búsqueda de respuestas.

-          Toma de conciencia de los valores morales y religiosos.

-          Necesidad de afirmar su “yo”. Ser inédito.

-          Importancia de la  vida afectiva.  Episodios de  inquietud,  inseguridad, angustia.

-          Hiperemotividad. Dificultades para tolerar sus frustraciones: aspecto físico,  familia, resultados académicos, amistades…  A veces aparecen sentimientos de culpabilidad, tristeza, abatimiento, impotencia.

-          Precipitación en las decisiones. Contradicciones frecuentes, conductas extrañas y comportamientos y actitudes exageradas.

-          Conductas reactivas: contestación, actitud crítica, disconformidad y a veces conducta disruptiva en clase.

-          Independencia, libertad, rebeldía contra la autoridad. Contestación a los padres.

-          Necesidad de identificarse con alguien. Imitación de algún ídolo. Búsqueda de modelos.

-          Inseguridad. Autoconciencia de indefensión ante sus debilidades. Preocupación por la imagen. Amistad. Necesidad de tener amigos.  Necesidad de  compartir, de estar integrado en el grupo, pandilla, pareja confidente, mundo de los secretos.

-          Identidad y exploración sexual.  Atracción física hacia el otro sexo. Deseo sexual.

-          Gran desarrollo del mundo afectivo y de la emotividad. Enamoramiento.

-          Búsqueda de respuesta  a los intereses profesionales y vocacionales. 

 

Algunas pautas educativas:

-          Mismo mensaje del padre y de la madre: ordenes, aprobaciones, castigos…

-          Ejemplo y coherencia entre lo que le exigimos y lo que hacemos nosotros.

-          Enfoque educativo hacia el mundo de los valores. No sólo prestigio, dinero, poder, admiración.

-          Incúlcale la importancia del estudio, del trabajo, del esfuerzo y del sacrificio.

-          Procura que interiorice un gran sentido de la responsabilidad. Ha de tomar conciencia de las consecuencias de sus actos: rebeldía, malas notas, falta de respeto, incumplimiento de la reglas del hogar.

-          Ha de ayudar  a los padres y hermanos en sus tareas.

-          Encauza su vida emocional y sexual. Háblale en un clima de confianza.

-          No  le des expectativas inalcanzables. Ha de tener conciencia de sus limitaciones personales y familiares.

-          No lo  sobreprotejas. Ayúdale pero no se lo hagas.

-          Crea un clima de confianza pero…cuidado,  no  eres un “compi”.

-          Permítele  progresivamente más libertad (salidas, horas de de llegada etc). Que él mismo se autoprograme. 

-          Has de saber dónde, cómo y con quien pasa el tiempo libre. Quienes son sus amigos. Cuáles son  “hobbies” y diversiones. Haz una  vigilancia prudente y  adviértelo y corrígelo en caso necesario.

-          Ante posibles reacciones provocativas, insinuaciones ofensivas, faltas de respeto, has de ser contundente.  Aquí tolerancia “cero”. No le amenaces con castigos  incumplibles, no hagas aspavientos, no le grites, no le pegues.  Demostrarías que has perdido el control.

-          Enséñale a mostrar  un espíritu crítico frente a los medios de comunicación social: TV. prensa, radio,…

-          Anímale a practicar alguna actividad deportiva. Le vendrá bien como válvula de escape.

No hay comentarios:

Publicar un comentario